Martes 23 de Julio de 2024 Comunidad

Karla Pinto destaca en la Escuela de Talentos a través de su versatilidad

!Juventud, divino tesoro…! Al igual que Rubén Darío en su poema “Canto de vida y esperanza”, la señora Rosa Valenzuela, humildemente, aplaude y destaca a su hija Karla Pinto, de 15 años que brilla en los estudios, en el deporte y en la música clásica, especialmente en el piano.

La joven, que está en 1° de enseñanza media del Colegio Parroquial, sonríe al contar que cuando su madre le pide que le ayude a realizar los quehaceres de la casa, especialmente ordenar su pieza. Reclama un rato y luego pone la música y bien fuerte. Nada de reggaetón, cumbias ranchera y menos K-Pop. Suenan fuerte la Sinfonía N°9 y Sinfonía N°5 de Ludwig van Beethoven, y también la Marcha Turca y las Bodas de Fígaro, de Wolfgang Amadeus Mozart. “Así, simplemente. Ella es un poco diferente”, dice su madre, quien destaca que su regalona es un tanto dispersa.

“No sé si soy tan dispersa, como me dice mi mamá, pues tengo un 6,9 de promedio, toco piano y juego vóley. Seguramente es porque aún no tengo claro qué estudiaré en la universidad”, dice. “Ah, si no soy matea. Buena alumna, sí. Además, tengo compañeros que sí son secos, no bajan del 7”.

Karla se sienta en su piano a tocar la pieza “Recuerdo”, del pianista chileno Enrique Soro, que deberá interpretar en la facultad de música de la Universidad de Talca, cuando “viajemos con el taller de música de la Escuela de Talentos. Ah, por cierto, ahí conocí los pianos de cola, que en Andacollo no hay, y será el tercer año que iremos al sur, ya que viajamos en agosto. Ojalá algún día tenga piano de cola, ahí sí que será un sueño cumplido”.

ENTRE LA MÚSICA Y EL DEPORTE

Lleva cinco años aprendiendo los secretos del piano en el taller y afirma que “fue un amor a primera vista”. Le gustaba el sonido y observarlo. Pero hasta antes de eso, solo escuchaba la música de su papá y nada de instrumentos, menos música clásica, “pero algo se prendió en mi cerebro y ahí comenzó todo. Ya llevo cinco años y tres profesores me han enseñado: Nicolás, Ignacio y Sapiains, Con ellos he aprendido a leer partituras y aquí estoy feliz. No sé hasta cuándo y tampoco sé si esta será mi carrera, porque también me gustan las matemáticas, lo mismo que mi hermana mayor, que estudia astronomía en la universidad de La Serena; ella es mi gran espejo”.

Mientras cuenta su pequeña historia, se sienta frente al piano que tiene en su hogar y toca algunas piezas. Y, de inmediato aclara que sí tiene dedos para el piano al afirmar que en las presentaciones que ha realizado, le dicen que toca bonito. “Ahora estoy interpretando a Ludwig van Beethoven y la Novena me emociona, especialmente la Oda a la Alegría”.

 

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Prepara la pieza “Recuerdo” de Enrique Soro, que presentará en la universidad de Talca, en el mes de agosto.

También se ríe al afirmar que en el deporte también destaca, pues los que me ven jugar “me dicen que soy buena en el vóley. Y, sinceramente, creo que soy buena, pero podría ser mejor”, relata la estudiante del Colegio Parroquial.  Aclara que el vóley es para relajarse y también hacía danza, pero “me retiré por falta de tiempo, ya que me gusta hacer cosas, pero no a medias. Si comienzo algo, tengo que darlo todo”.

Antes de irse a entrenar vóley, que hace todos los días de martes a viernes, porque el lunes asiste al taller de piano en la Escuela de Talentos Andacollinos, Karla afirma ser buena persona, optimista y constante “y me destaco en todo lo que hago, porque cumplo con los objetivos”.

 

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